Hace exactamente un año atrás, recuerdo estar en el que había sido mi primer departamento de soltera (así me gustaba llamarle), pensando: Qué voy a hacer de mi vida?
Debido a varias circunstancias, muchas, por no decir todas mis estructuras se habían movido... Me sentía totalmente perdida.
No sabía qué hacer con mi formación profesional (artística y espiritual), no entendía para qué me había metido en eso si aún no me recibí de mi carrera anterior; la situación económica de mi familia, mi empleo, mis amigas, el chico que me gustaba... Todo iba encaminado a un caos cada vez más grande.
No lograba encontrar la claridad en nada, de hecho, sentía que pensarlo era peor, que me metía todavía más en ese terreno pantonoso.
Recurrí a cantar mantras y hacerme la que no importaba nada de lo que estaba sucediendo... Me mentía a mí misma, pero tampoco funcionaba.
Pasaban los días... Las cosas no sólo no cambiaban como yo quería, sino que empeoraban (desde mi punto de vista).
Sin embargo, una voz muy suavecita y bajita, aunque persistente, que se perdía por mis pensamientos me decía: Paciencia.
Los días seguían corriendo y yo seguía sintiéndome sin rumbo. "¿Cómo podía estar sucediéndome esto a mi? ¡¿A mí?! Que soy Maestra de Reiki, que soy vegetariana, que agradezco cada día el hecho de estar viva, y bla bla bla..."
Me veía y sentía sin un futuro seguro. Temerosa del mismo. Hasta que, decidí escuchar a esa vocecita y me dije: Y si pruebo tener paciencia, hacerme el aguante?
Algo en mi interior hizo click. Algo había cambiado. Y era la mirada que sostenía sobre mí misma.
La tarea de amarse a una misma y respetarse, cuidarse, en las buenas y en las malas no es la mas sencilla de todas. Inventemos señalar a los culpables que queramos: el patriarcado, la sociedad, la familia, nuestra crianza, el entorno, el ego, etc.
Sin embargo, es esa voz en nuestro interior la que nos dice fielmente hacia donde ir...
"Por qué ir tan rápido? A donde? Para qué? Para quedar bien delante de quién o quienes? Para demostrarle a los demás qué?" A mi Centro. Era a mi misma a quien estaba extrañando.
Porque fue muy fácil perderme entre todas esas voces, ajenas y propias, que tenía en mi cabeza.
La culpa la tenían los demás, según me contaban esas voces. Porque "yo hacía lo que tenía que hacer".
Hasta el día que me dije: Cómo no bancarme estar conmigo si toda la vida voy a estar conmigo? Y ese fue el momento, en el que esas nubes comenzaron a correrse. Donde antes había gris, ahora veo luz.
Donde antes escuchaba voces sosteniendo dolor y duda, ahora permanece esa voz.
Donde permití correrme del barullo, ahí estaba: mi Hogar, mi domicilio, mi Cuenco, mi conexión con la vastedad. Qué es lo que te hace ser buena? El demostrarle a los demás que no te enojas?... No lo creo. El estar con vos en las buenas y en las malas. En la riqueza y en la pobreza. En la salud y en la enfermedad. Hasta que decidas perdurar en vos misma. No hay otra.
Aunque a veces implique dejar de complacer, escuchar berrinches, ponerte firme, aprender a confiar en vos, saber que tu "no" y tu "sí" valen. Ser tu mejor amiga. Hacer lo que tenes que hacer. Ser verdadera. Comprometerte a conocerte lo mejor que puedas y que el error también es natural. Dejar de relegar lo importante. Escuchar el llamado del corazón. Elegirte.
- Basada en una historia real -
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